Martinez entro en la consulta de su amigo Colão. Se dieron los buenos días y se sentaron frente a frente.
Martínez decía que no sabía cuál era el primer recuerdo de ella que quería rememorar. Confesó quedamente que había estado pensándolo mucho tiempo, pero que no había sido capaz de decidirse.
Entonces será que no la querías tanto, dijo Colão al tiempo que Martínez daba un respingo, como si aquellas palabras, sin duda pronunciadas sin maldad, hubieran rechinado en su cabeza. Pero inmediatamente Martínez se repuso y sonrió levemente, una de esas sonrisas irreprimibles, con su origen en la tristeza, una sonrisa piadosa con el que la dibuja.
No, no entendiste, amigo. Pues entonces explícamelo bien, pidió el doctor sin perder la paciencia. Martínez se quitó entonces el sombrero. Verás Colão, no es fácil pensar en ella, diseccionando como pretendemos los detalles en episodios, soy capaz y lo voy a hacer, ya que va tocando hacer ese dichoso inventario del que estuvimos hablando.
Martínez se paró entonces un momento, vacilante acerca de qué palabras encajaban mejor para construir la siguiente frase. Siempre que alguien sacaba el tema, fuera quién fuera, al principio siempre callaba, como reservando unos segundos para saborear en la boca todo lo que de ella iba a pronunciar.
¿Estás bien? preguntó Colão, advirtiendo en los ojos de su amigo el reflejo del pasado, que viene a asomarse.
Antes de ponerme a recordar, a construir los episodios de esta historia, me gustaría tratar de definir quiénes fuimos. En definitiva, Martínez quería saber qué habían sido. El problema es que esa cuestión no tiene respuesta clara, o al menos no había conseguido dar con ella en todo ese tiempo. Éramos, quizás, una suerte de complicidad, una vía de escape. Irónicamente, éramos un remedio contra esa nostalgia que ahora nos paraliza. Martínez se preguntó entonces qué habría sido él en realidad para ella, si un paréntesis, un pasatiempo o una tregua malentendida.
¿Piensas que eras algo de eso? Colão seguía preguntando. Me temo que sí, o al menos eso dio a entender, pero...
Martínez volvió a detenerse un segundo. ¿Pero qué...? Colão ayudaba a sacarlo con más facilidad. Pero creo que nos equivocamos, nos planteamos como un paréntesis, como una tregua al tiempo, como una vía de escape temporal. Quizás nos planteamos como eso, como un pasatiempo.Y si eso no es lo que erais, ¿Entonces qué? Martínez, qué erais. Ni un pasatiempo, ni un juego, ni una tregua, ni siquiera un remedio contra la nostalgia. Nosotros éramos lo que nos hace falta.
Se echaban en falta tus escritos.
ResponderEliminarUn saludo.