"¿Qué te ocurre en los ojos?"
Recibió la pregunta con extrañeza, mientras sujetaba el café del desayuno frente al lugar donde trabajaba. Podría haberle preguntado si había dormido bien o si estaba cansada, pero le había preguntado sobre la ocurrencia de sus ojos.
Se dibujaban unas líneas oscuras justo en la frontera de su mirada. La piel parecía hincharse y guardar los restos de una batalla, refugiándose los supervivientes en algún lugar, en la profundidad de sus mejillas.
Ya había perdido la cuenta, y entre las líneas del almanaque se escondían escenas borrosas. Había ido naufragando su esperanza cuando todo lo inundó el ruido de las hélices, mientras la confusión se apagaba y comenzaba a enraizarse la piel en los huesos.
No supo responder qué le ocurría a sus ojos, que aún andaban haciendo balance de daños cada noche, mientras ella dormía. Algo sucedía y se cosechaba en las madrugadas, sin embargo, para el desayuno solo restaban la amnesia y carretes velados.
"Cómo será acostarme
en tu país de pechos tan lejano.
Ando de pobre cristo a tu recuerdo
clavado, reclavado."
Juan Gelman
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