Ven a besarme,
Hada de la calma negra,
mientras los ojos de la rabia-razón.
Te miran borrachos
bajo la claridad
de tus ojos.
Con tu pedante rechazo,
y la vida asomando vana
e indiferente.
Lo ridículo,
imposible de pararte ni el viento ni el tiempo.
Con las postales del amor escritas en lineas políticas de ojos rojos y escocidos,
etílicos de rígida nocturnidad e indescriptibles,
con la imagen de Montmartre,
Y con la lluvia mojando,
estos últimos versos
de papel mojado
e inútil.
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