domingo, 28 de agosto de 2011

Dedicado a la noche del 28

Septiembre afila sus afiladas armas,
mientras que un agosto,
bendito y caluroso,
se apresura a apurar
sus últimos días de vida.

No sé como te explicaré, querida amiga,
que Septiembre y sus cafeteras
y sus mesas de hogar,
me atraen mil veces más
que la fina y escurridiza,
pero suave,
arena de playa.

Uno no son dos
si otro no quiere,
y por eso me alegro de ver caer
dos o tres hojas,
tímidas,
y vanguardias de su tiempo e incomprensibles.

Porque,
no se que ingenuo dijo,
que los árboles deshojados son tenebrosos,
y no cálidos.

Quién dijo que un abrigo al viento gélido,
incomoda.

Y quién fue el primero en quejarse
del sol, perezoso,
y sus apariciones más breves,
para prestarnos un cielo
de estrellas mucho más largas,
y más brillantes de lo que algún imbécil desearía.


viernes, 26 de agosto de 2011

No se cómo explicar y no se cómo encontrar

No se como explicar,
que, a veces,
prefiero las pieles blancas,
que huyo de la rutina para entrar en otras
y que prefiero ciudades frías
a los cálidos destinos estivales.

Que al final echo de menos los males de amores,
igual que un desintoxicado echa de menos
los traicioneros amores que emanaban
de sus agujas envenenadas.

No se encontrar,
frontera o límite entre
tu piel y mis manos,
mi tacto y tu quietud,
no se cuando empiezo a acercarme demasiado
ni cuando me acerco lo suficiente para mí/tú.

Si te encontrara bien,
No sería yo de los que te prometiera
grandes destinos donde gobierne el buen sabor de boca
y lo empalagoso de besos de azúcar y tierras de ron.

Yo podría navegarte por canales trémulos,
abriendo válvulas que una mentes
y arroyando e inundando las penas y alegrías por igual,
desde la cima hasta el mar,
arrasando con todo aquello que nos oprima.

Aquello que puedo y hago de verdad

Pulir las baldosas
de suelos aeropuertos y estaciones de tren
con suelas de goma que no abrasan
y solo rozan lastimeramente.

Hartos los dos de las cuchillas
clavadas por nosotros mismos en la espalda,
y con las penas habiendo ya aflorado,
más de una vez,
desde los lacrimales a tu barbilla,
y siguen emboscadas a traición las controversias
y las malas emociones, a lo largo de este camino
incierto y estimulante.

Creo que no podría encontrar las palabras claves que me servirían para darme cuenta de que no sé cómo explicar aquello que siento, y que la perdición empieza por uno mismo desde las propias ventanas de los ojos tímidos enganchadas por un ligero trozo de tela que se hace resistente al tiempo y que no deja ver si quiera la evidencia de aquello que tenemos delante y podemos escribir de manera casi inconsciente y dormida.

martes, 23 de agosto de 2011

Escritura automática sobre las escaleras de Montmartre

Ven a besarme,
Hada de la calma negra,
mientras los ojos de la rabia-razón.

Te miran borrachos
bajo la claridad
de tus ojos.

Con tu pedante rechazo,
y la vida asomando vana
e indiferente.

Lo ridículo,
imposible de pararte ni el viento ni el tiempo.

Con las postales del amor escritas en lineas políticas de ojos rojos y escocidos,
etílicos de rígida nocturnidad e indescriptibles,
con la imagen de Montmartre,
Y con la lluvia mojando,
estos últimos versos
de papel mojado
e inútil.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Novela Sin título (Fragmento)

Recordarla y no tenerla allí, recordar lo feliz que había sido le entristecía. Poco a poco se había creado la idea falsa de que no la quería volverla a ver, de dar tiempo al tiempo y cerrar el espacio de los amantes, de deshinflar los sueños y dejar las pasiones en la mente, de no sacar nada hacia ella que los pudiera hacer caer en la chispa efímera de la ilusión.
Él podría morir mañana, fusilado como un perro. No quería otra cosa que cortar lazos, acabar con amorosas efemérides y no invertir en quimeras. Mirar al frente, ignorando las dolorosas puñaladas que el pasado le iba clavando en su espalda, esos puñales que le hacía mas duro. Si moría mañana, preferiría que fuera en silencio, sin que llegaran a sus ojos letras vivas, desfasadas con su propia muerte, no quería aquello, no quería escribir cartas diciéndole que aún la añoraba, que no podía evitar soñarla o tenerla en su imaginación, que sus fantasías fueran estar los días juntos, colocando las piedras de una vida juntos, y que todo lo borrara la muerte.
Por eso no escribía, no escribía porque, poco después del fin, decidió que no servía de nada crear ilusiones vanas que tuvieran las bases de humo, había que resistir, había muchos males que vencer y con los que era imposible vivir.

Un buen día, tras leer el último "te echo de menos" con respuesta, decidió que sería mejor dejar los tequieros, las emociones y los sentimientos dentro de los tubos de tinta.

El Regreso

Volvió esquivando las estrellas,
sin avisar de la hora de llegada.

Volvió desnuda,
con su piel iluminada
por el bromuro de plata.

Volvió sin decir nada,
en silencio,
acompañada del danzar incandescente
y la música, del crujir de maderas
y grillos.

Volvió sin más vestiduras,
que la negrura de sus ojos,
y su manto de estrellas.

lunes, 15 de agosto de 2011

Piropo a la tristeza

Pocas personas nacen para escribir felicidades.

Cada cual se obsesiona con sus propios temas, así que, iros a la mierda, y no crucéis las puertas de mis páginas si no queréis llorar o sufrir. No entréis aquí buscando solo felicidad, simplemente, no entréis buscando nada. En mis letras no encontraréis consuelos sino realidades, no veréis demagogia ni amor verdadero por ningún lugar.

Entrad sabiendo que leéis entrañas, sensaciones y cosas que pocos quieren ver o aceptar, y se engañan. Cosas ajenas, ajenas incluso a mí mismo, lecturas objetivas y profundas, odas a la muerte, los sueños e, incluso, la esperanza. Todo hecho propio, y naciente en el exterior a mi ser.

Nadie os cerrará ni os negará nada, sois libres de hacer lo que queráis aquí, pero ni yo, ni los enfermos reales, tienen la culpa de lo que podáis llegar a sentir o experimentar en nuestro viaje.

domingo, 14 de agosto de 2011

Los guiños de la despedida

La última vez que la vi,
yendo por sus cosas,
maletas y recuerdos.
Habiéndonos despedido ya mil veces.

Nos abrazó a todos,
camuflando el adiós
con el hasta siempre.

Y mientras se alejaba,
no se si recuerdo
o quiero recordar.
Que giró la cabeza atrás.

Con rapidez,
buscando mi mirada.
Y su rostro dibujó una sonrisa
en mi rostro.
Y una mueca en mi corazón apareció
sin avisar, para quedar allí.

La última imagen que tengo,
es la de su rostro girado,
buscando sus ojos mis ojos mis ojos
y viceversa.

La última imagen que tengo
es su rostro,
con un mechón cruzado al viento
y una sonrisa tierna.

Una sonrisa de compasión, amistad, amor, alegría, deseo


y para el recuerdo.