lunes, 29 de abril de 2013

Recordar

Cuenta Martínez que no puede evitar acordarse de ellas, los recuerdos a fin de cuentas son como la sangre, se mueven aunque uno no lo sepa, y quizás sean igual de importantes, piensa.
Creo que exageras, Martínez, repetía una y otra vez Colão, no hay recuerdos invencibles que sean inmunes al olvido, parecía convencido de ello además. pero a ver, Colão, replicaba Martínez, un recuerdo no hace daño. La memoria es una de las armas más poderosas que podemos tener las personas, nos debería ayudar a reponernos y a mejorar, razona, su recuerdo, el de ella, es genial, me da hasta un poco de fuerza, comida del corazón... Pero bueno, de verdad, eso es casi obsesivo, Colão no era capaz de entender a su amigo. Sencillamente no. A ver, no es posible que un recuerdo te siente bien, acabar por darle vueltas una y otra vez, y al final te desquician la mente, insistía Colão. Martínez sonrió entonces, sostiene, ya que acababa de entender el problema de su colega. Ya entiendo, tu problema es que recuerdas con la cabeza, eso es malo, a un recuerdo no le corresponde la sesera, eso es de locos. ¿Tú entonces con qué recuerdas, con el pie derecho? No, respondió ahora serio Martínez, que a veces se irritaba con las burlas de su amigo.
Los recuerdos no corresponden ni al pie, ni a la cabeza ni al ojo, amigo. Los recuerdos pertenecen y son asunto exclusivo del corazón. ¡Vamos! Que bobadas dices, Martínez. Razonar algo así contigo es como enseñar a contar a un burro, como se nota que eres de ciencias Colão. Oye, perdona, que yo he leído mucho... Continuaron hablando y hablando, saltando de un tema a otro hasta que finalmente Martínez decidió salir de la consulta, ya que estaba muy cansado aquel día, cuenta. Pero antes de salir se detuvo un momento un momento, cogió un papel, ya que el siempre lleva encima papel y lápiz, sostiene, garabateó algunas palabras en el papel y lo dejó en la conserjería para cuando su amigo se fuera.
Cuando Colão llegó a su casa, preparó una comida ligera y se tumbó un rato en el sofá, para recordar con algo de tranquilidad y mesura, de ese modo que no hace daño.
Justo antes de que Martínez se tumbara en el sofá, Colão desplegó el papel que le habían entregado en conserjería, y con una mueca entre la alegría y la tristeza entendió parcialmente a su amigo mientars negaba levemente con la cabeza. Ay, Martínez, menos mal que sigues teniendo todos estos pájaros en la cabeza, pensó, y se marcho a comer.

"Recordar, del latín re- volver y cordis, corazón. Recordar es volver a pasar por el corazón, amigo, deja la cabeza a un lado que de estos temas no vale
mucho."

Foto: Nacho Gallello Bonino

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