lunes, 31 de octubre de 2011

Chelsea Hotel no.2

Bueno, supongo que esto es una sorpresa. Estaría bien decir simplemente que me acordé de tí sin más, pero sería mentira. Me parece incluso mejor y más digno decir que no me acordaba de tí hace un rato, y que tampoco entraba en mis planes pensarte ni luego ni mañana.

Sin embargo, mientras ordenaba un poco mi cuarto, aquí en mi casa, tiré de lo alto de una estantería un sin fín de papeles y una caja de Habanos donde meto las cosas que me ayudan a recordar, y entre todo aquel alboroto repentino me encontré con una carta fechada hace ya un tiempo, que venía de una avenida pero escrita desde Andalucía. El sobre tenía una frase que rogaba: ..."como ya te dije, lo prometido es deuda, y aquí me tienes escribiéndote"...

Quizás no nos prometimos escribirnos así, pero sí que prometimos no perdernos el uno al otro. Estos encuentros fortuitos con el pasado añejo le hacen a uno plantearse muchas cosas. Uno se fija primero en lo rápido que pasa el tiempo cuando se le pierde la cuenta, lo jóvenes que somos y hemos sido, inocentes, ingenuos, protestones y algo ignorantes.

En este tiempo hemos mantenido una amistad que se ha ido enfriando entre conversación y conversación vía electrónica, siendo ahora, mientras te escribo esta carta, cuando me doy cuenta de que ya no me acuerdo del color de tus ojos, no me acuerdo de cómo de blanca era tu piel, ni de cómo sentíamos sin sentir. Uno se acaba distanciando de la gente sin quererlo, así porque sí, sin que el empeño pueda evitar que aparezcan las lagunas del cansancio. Puede ser, con un alto margen de error quizás, que las cosas tengan que ser así, y no forzar a los hilos para que se crucen de nuevo cuando no deben.

Ya ves, ni siquiera sé si sigues viviendo en esta dirección o dónde. Ni siquiera me acuerdo de la expresión de tu cara en diferentes momentos. Creo que esto es forzar las cosas, o intentar algo de la nada sin ningún tipo de objetivo o fin, balas al aire o tarea de necios, y por eso esta carta se quedará donde debe, en mi caja de Habanos donde meto las cosas que me ayudan a recordar, y estos sellos que tengo aquí los guardaré junto a ella, por si acaso, en algún momento de debilidad o crecimiento, tengo la urgencia de enviar esta o tantas otras.

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